viernes, 13 de mayo de 2016

Bendita siesta

-¡Despieeerta! ¡Despieeerta!
-No, no.
Sí esa era mi cabeza ayer por la tarde mientras dormía la siesta, bueno mientras la terminaba. Abrí un ojo y vi –las 6:30-. Me escandalice de ver la hora que era y yo ahí seguía durmiendo pero aún así había algo en mi interior que me decía da igual, vuélvete a dormir y así lo hice. Cerré los ojos y me volví a dormir. Este último sueño sólo me duró 5 minutos porque mi cerebro ya se había activado y era imposible que se relajara nuevamente.
¡Qué bien sienta una siesta después de comer!, bueno tras haber reposado la comida. Parece que duermas un montón de horas. Aunque, todo hay que decirlo, a veces te despiertas peor de lo que estabas antes.
Hay un grupo de personas que con dormir 30 minutos ya han descansado lo suficiente y luego está el grupo, en el que me incluyo yo, que dormimos 1 hora y algo como mínimo. Soy de las que piensa "Si me hecho la siesta que sea en condiciones". Eso sí, no me voy a la cama, el sofá me sirve.
Si duermes en el sofá hay dos formas de hacerlo. Estar larga/o en medio de él, siendo la reina/rey del sofá, o dormir sentado. Esta última forma suele ser un poco incómoda bajo mi punto de vista. Porque… ¿Dónde apoyas el cuello? No es un ser independiente de ti que puede levitar. Este tiene que estar apoyado en algún sitio y la verdad que en esta postura es… muy difícil.
Una cosa que no puede faltar en mi siesta es la manta, -bueno si es verano no, claro-. Me tapo hasta las orejas. Conforme te vas durmiendo el cuerpo se va enfriando y te entra frío, ese frío que no deja que te termines de dormir. Por eso, si tienes una manta a mano, lo único que haces es estirar el brazo y así tardar el menos tiempo posible para evitar despertarte.
Y que hay sobre las ganas de ir al baño. Uff…¡Qué coraje! Justo cuando estoy en el mejor momento de la siesta, por fin con el sueño cogido, la temperatura y la postura perfecta… ¡Zas!, me entran las ganas de ir al baño. Las intento aguantar en el primer momento pero nada, me tengo que levantar. Sí, te quedas muy vacío tras haber ido al baño pero ¿Y después…? Ya no coges la postura de antes y el sueño, ¡Aún menos! Raro es el día en que me levanto y puedo volver a dormir tan plácidamente como lo estaba haciendo.

Sí, así son las siestas.

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