-¡Despieeerta! ¡Despieeerta!
-No, no.
Sí esa era mi cabeza ayer por la tarde mientras dormía la
siesta, bueno mientras la terminaba. Abrí un ojo y vi –las 6:30-. Me escandalice
de ver la hora que era y yo ahí seguía durmiendo pero aún así había algo en mi
interior que me decía da igual, vuélvete a dormir y así lo hice. Cerré los ojos
y me volví a dormir. Este último sueño sólo me duró 5 minutos porque mi cerebro
ya se había activado y era imposible que se relajara nuevamente.
¡Qué bien sienta una siesta después de comer!, bueno tras haber
reposado la comida. Parece que duermas un montón de horas. Aunque,
todo hay que decirlo, a veces te despiertas peor de lo que estabas antes.
Hay un grupo de personas que con dormir 30 minutos ya han
descansado lo suficiente y luego está el grupo, en el que me incluyo yo, que
dormimos 1 hora y algo como mínimo. Soy de las que piensa "Si me hecho la siesta
que sea en condiciones". Eso sí, no me voy a la cama, el sofá me sirve.
Si duermes en el sofá hay dos formas de hacerlo. Estar
larga/o en medio de él, siendo la reina/rey del sofá, o dormir sentado. Esta
última forma suele ser un poco incómoda bajo mi punto de vista. Porque… ¿Dónde
apoyas el cuello? No es un ser independiente de ti que puede levitar. Este
tiene que estar apoyado en algún sitio y la verdad que en esta postura es… muy difícil.
Una cosa que no puede faltar en mi siesta es la manta, -bueno
si es verano no, claro-. Me tapo hasta las orejas. Conforme te vas durmiendo el
cuerpo se va enfriando y te entra frío, ese frío que no deja que te termines de
dormir. Por eso, si tienes una manta a mano, lo único que haces es estirar el
brazo y así tardar el menos tiempo posible para evitar despertarte.
Y que hay sobre las ganas de ir al baño. Uff…¡Qué coraje!
Justo cuando estoy en el mejor momento de la siesta, por fin con el sueño
cogido, la temperatura y la postura perfecta… ¡Zas!, me entran las ganas de ir
al baño. Las intento aguantar en el primer momento pero nada, me tengo que
levantar. Sí, te quedas muy vacío tras haber ido al baño pero ¿Y después…? Ya
no coges la postura de antes y el sueño, ¡Aún menos! Raro es el día en que me
levanto y puedo volver a dormir tan plácidamente como lo estaba haciendo.
Sí, así son las siestas.
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